INNOVACIÓN

Amavir implanta la terapia con bebés terapéuticos

Amavir ha incorporado en todas sus residencias bebés terapéuticos como parte de su programa asistencial. Esta terapia está indicada especialmente para aquellos mayores con diagnóstico de demencia de moderada a grave. También es adecuada para aquellas personas con demencia que presentan problemas de conducta, limitación en el lenguaje o problemas cognitivos más leves.

 

Los bebés, de aproximadamente 40 centímetros, un peso de 2,5 kilos, movilidad en articulaciones y ojos abiertos o cerrados según el momento del día, son capaces de reducir la ansiedad, mejorar el comportamiento general, la comunicación y el bienestar en las personas con deterioro cognitivo.

¿Cómo se trabaja con el bebé terapéutico?

Esta novedosa terapia se desarrolla bajo el enfoque de atención, que considera importante centrarse en la persona y no en la enfermedad, teniendo en cuenta la personalidad, el carácter y las preferencias de cada uno. Esta actividad ayuda, por una parte, a trabajar con residentes con deterioro cognitivo grave donde la terapia está fundamentada sobre todo en la conexión con el medio.

A nivel motor, simplemente el hecho de coger al bebé mejora la propiocepción. Respecto al lenguaje, queda patente que hay momentos en los que los residentes tienen más fluidez cuando cogen el bebé. Si hablamos de alteraciones de conducta, el grado de ansiedad desciende bastante. En cuanto a la parte afectiva y emocional, gracias al bebé terapéutico se trabaja la memoria autobiográfica. Muchos mayores evocan recuerdos de momentos con sus hijos o nietos.

Por último, para las personas que no tienen tanto deterioro cognitivo y son capaces de reconocer que no se trata de un bebé, les es muy agradable la sensación de tenerlo en sus brazos y acunarlo. Incluso, realizan distintas tareas para él como pueden ser mantitas, patucos o jerséis.

¿Qué resultados tiene en los mayores?

La utilización de los muñecos aumenta la autoestima del residente; mejora la forma en que recibe los apoyos del personal a lo largo del día, en especial durante las actividades de la vida diaria; aumenta su interacción social con el personal, los miembros de la familia y otros residentes; mejora su independencia en las actividades cotidianas, su sensación de bienestar y disminuye la angustia del residente y las intervenciones en momentos de estrés.

Sin duda, una terapia que consigue transmitir paz, alegría y tranquilidad en los pacientes con Alzheimer o deterioro cognitivo, siendo muy emocionante ver la reacción que tienen y observar cómo conectan con el medio.

REDACCIÓN SENIOR 50

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